LAS CEREZAS - 2 Ocurrió cierto día que la noche sorprendió a Juanito en el bosque, y oyó un aullido que parecía decirle: - ¡Oh! ¡oh! ¡oh! ¡que me lo como yo! El niño conoció la voz del lobo y echó a correr espantado; pero cada vez oía más cerca: - ¡Oh! ¡oh! ¡oh! ¡que me lo como yo! Juanito no cesaba de correr, pero con tan poco tino que acabó por extraviarse; y ya el aullido del lobo resonaba tan cerca de sus oídos que parecía que el aliento de la fiera humedecía su cogote, cuando vio una lucecilla; y creyendo que procedería de una casa, echó a correr en dirección a ella dando fuertes gritos. Llegó donde estaba la lucecita, que brillaba encima de la hoja de un rosal, y a los pocos pasos vio la casa. El lobo le tocaba los talones y repetía: - ¡Oh! ¡oh! ¡oh! ¡que me lo como yo! Un gorrión que estaba encima de una piedra, voló espantado y sin saber a dónde iba; y como la piedra difícilmente mantenía el equilibrio, lo perdió al volar el pájaro, rodó en el momento de pasar el lobo, que y...